El que mira atrás se vuelve sal



Estoy o estuve en un momento en mi vida que no entiendo mi mala racha, y es que algunos nacen con estrella y otros como yo parecen haber nacido estrellados, y no puedo decir que solo me falta que el perro me orine porque gracias a la discapacidad visual de mi perro, que orina por todo el tercero piso, esta frase de “solo falta que me orine un perro” es más común en mi vida de lo que usted cree, la cosa aquí es que yo que soy 90% humor y 10% grasa, que acostumbre a la gente a mirar para el frente, que siempre motivo a las personas a que nada es imposible, pues también tengo mis momentos en los que bajo los brazos y me los pego con Super Bonder, que ni el agua caliente, que ni las buenas costumbres, ni las motivaciones, ni los comentarios optimistas, ni ninguna de esas cosas me ayudan a volver a levantarlos. Yo me acostumbre en medio de que me di cuenta que las amistades para siempre no eran lo mío, que debía responderme a mi misma todas mis inquietudes, y que yo podía solucionar todo los problemas que mi mente produjera, porque como siempre lo digo, tardíamente me vine a dar cuenta que mis problemas, comenzaban y terminaban en mi. 

Yo les agradezco a todos los que este fin de semana se tomaron el trabajo de escucharme, y bueno a los que tampoco se lo tomaron que porque tenían cosas más importantes que hacer, pero en todo caso siempre es bueno tener amigos que cuando se cae, primero se recuestan para ver las cosas como uno las ve y luego con la mirada en el cielo, se toman el trabajo de tomarme de la mano de despegarme los brazos y de levantarlos. Aunque mis problema aun no encuentran solución, y debe ser porque si la encuentran dejan de existir, y deben tener un miedo estúpido a desvanecerse aunque con todas las fuerzas de mi ser pido que se vayan y me dejen en paz, la esperanza- y no me refiero a mi mamá- es lo último que se pierde y que Dios quizás no nos va decir porque somos tan de de malas en la vida, pero de lo que si estoy segura es que se sienta en ese escalón de madera maltrecha a oír nuestras quejas, nuestras rabietas, y por supuesto nuestras estupideces, y sin decir una sola palabra, te pone una mano en la rodilla y sabes que todo estará bien, que él está ahí, al final del túnel aunque suena moribundo pero créalas, se lo digo yo que aprendí a caminar acostada en el suelo, y aunque no es lo ideal, quiero que sepa que cuando caemos al suelo solo nos queda mirar hacia el cielo. Dios aun no me responde porque me sale todo al revés, porque cuando hago todo bien sale mal, porque me engañan, porque me fallan, pero hay cosas que creo que no son cuestión de entender sino de aceptar, y es que casi siempre antes de la caída se me ocurren cosas grandiosas para escribir, como esa frase que se me ocurrió “entre más oscuro es mi pasado, más brillante es mi futuro” después de eso me desplome, caí como en caída libre-valga la redundancia-, caí como si tiraran un bulto de papas desde un avión- usted es libre de cambiar el bulto de papas por su comida favorita, plátanos, arroz, nutella etc- después de todo soy tan humana como ustedes, ¡aunque ustedes no lo crean y aunque se me haya difícil de aceptarlo! Pero si hay algo que aprender en esta vida es que todo eso malo que le sucede es lo que le permite que dentro de uno este todo lo bueno, en pocas palabras y sino me entendió es que gracias a eso malo que le ha pasado, hoy en día somos los bueno que ven otros en nosotros. No es fácil levantarse, genera más esfuerzo pararse que acostarse, vivimos bajo leyes de gravedad que nos impulsan al suelo pero también bajo leyes divinas que nos impulsan al cielo. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Inquebrantable

Fuerte debilidad

Del suicidio y otras depresiones